Hola visitantes, como les prometimos Iris y yo hemos retomado esta sección que esperamos los divierta mucho. Lean, disfruten y conozcan al "jefe" ^^
Por milenios una biblioteca prohibida había permanecido sellada a cal y canto. Sus moradores, sepultados entre polvo y silencio. Ahora se removían inquietos cuando aquel lamento resonaba en sus paredes.
-I WANT TO BREAK FREE!
Berreando a todo pulmón, una de las nuevas ayudantes de Keir sacudía la escoba en su propio concierto de polvo y mugre.
-I want to break free! -contestó la segunda mientras sacudía las tapas de los libros.
Resultaba increíble que el jefe les hubiera permitido conservar la computadora luego del incidente de los chicos con tacones. Más aún, era sorprendente que ellas continuaran usándola como no debían: escuchando música.
-¡Iris! – Viry miró a su amiga con cara de fastidio - Por Dios. ¿Y tu espíritu musical dónde quedó?
Viry acercó el palo de la escoba a su amiga, simulando un micrófono.
-Otra vez y grita lo suficiente para que los muertos despierten o el jefe te escuche.
Enarcando una ceja con el desafío, Iris tomó la escoba con determinación y cantó la siguiente estrofa como si las pilas de libros que las rodeaban fuera espectadores hambrientos por oír su voz, como si los libreros fueran las gradas donde los espectadores la coreaban.
-¿Te vas a quedar ahí pasmada? –le preguntó Iris a Viry. Tomó una de las estatuillas en forma de una hermosa mujer, reflejo de los perfectos cánones griegos, y se la lanzó a Viry, que apenas pudo atraparla al vuelo. –¡Canta!
Abrazando la estatuilla contra su pecho, Viry volvió a quedarse atónita. Observó la figura que se acercaba hacia su amiga lentamente, con un aire serio y oscuro.
-Iris… -Viry trató de advertirle. Su intento por atraer su atención al sacudir la estatua fue inútil. Iris cantaba sin hacerle caso a tal punto que trepó a la escalera absorta en su propio show.
Plaf, plaf se escucharon unos sonoros aplausos.
-Señorita Lightwood, así que a usted debo el... peculiar concierto.
Uno, dos, tres escalones e Iris continuo cantando a todo pulmón, pero su actuación se vio interrumpida con las palabras del Jefe.
El guardián de la Biblioteca del Inframundo las había vuelto a atrapar.
Vestido con su habitual traje sastre, envuelto por ese aire señorial que gritaba a los cuatro vientos quien era el amo en aquellos lares. Solo que, en esta ocasión, un ligero movimiento en la comisura de los labios delató el sarcasmo en sus ojos risueños.
Cuando Iris volvió la mirada lentamente para encontrarse con la magnificente figura y una mirada socarrona, el color rojo invadió su rostro lentamente, su cuerpo se entumeció y la escoba cayó al piso con un sonido que retumbo por las paredes de la enorme sala.
-Pues tanto como peculiar… -dijo Iris, tratando de decir algo, ¡lo que fuera! Pero su oración se vio interrumpida por una risita contenida a su espalda.
Se volvió y vio que Viry aun sostenía la estatuilla mientras dejaba escapar risitas entre los dientes.
Iris frunció el ceño y fulminó a su amiga con la mirada. ¡Siempre terminaba pagando los platos que Viry rompía! ¡Qué injusticia!
Sin poder resistir un minuto más Viry soltó una carcajada. Su mejor amiga encaramada en la escalera y roja como un tomate era todo un espectáculo.
-Peculiar no es la palabra, abrumadora diría yo –comentó Viry, quien rió de nuevo pese a la mirada asesina de su amiga. Ella intentó advertirle, pero Iris no le hizo caso. Otro ataque de risa la hizo tambalearse y soltar la estatuilla
-¡Ay no! -cerró los ojos, no quería ver la cara de su jefe demonio al dejar caer una de sus preciadas piezas.
La estatuilla se detuvo a pocos centímetros del suelo y retomo su camino hasta el rostro de Viry que aún lucía aterrada por lo que debía haber pasado, pero que no ocurrió.
La interpelada la tomo con cuidado y el alivio llenó sus ojos. De haber golpeado el suelo Keir se habría vuelto una furia silenciosa que, para las chicas, era más peligrosa que una furia escandalosa.
-No quiero-dijo Keir, esta vez su voz estaba llena de seriedad- que vuelvan a jugar cuando se supone que están trabajando. Están en la biblioteca para mantenerla limpia y en orden; y no olviden que quiero todas sus reseñas almacenadas en la computadora. No es para que escuchen música-puntualizó.
Iris dio un pequeño respingo cuando sintió las manos del Jefe rodear su cintura para levantarla y regresarla al suelo, como si fuera una bailarina ligera.
-Entendido -respondió Viry, resignada. -No volveremos a jugar mientras, amm… trabajamos –comentó mientras evitaba la mirada de Keir. – Aunque –continuó -si quiere un consejo jefe sería bueno tener, no sé, un iPod, o un estéreo... algo con lo que escuchar música y evitar este tipo de episodios.
Keir deslizó las manos por las caderas de Iris, dejando a la joven pasmada, y dio un par de zancadas hasta Viry. Le tomó el mentón con una de sus manos y se inclinó para sostener su mirada a la altura de la de ella.
Viry estaba perpleja; ni siquiera sabía si estaba respirando.
-Precisamente-dijo con su dulce aliento a menta- lo que no quiero es que haya griterío entre mis libreros, y darles cualquiera de esos aparatos no va a mejorar esa situación.
La liberó y volvió a caminar hacia su oficina. Ambas jóvenes estaban dándole la espalda, rígidas como piedras frías pero con las mejillas rojas como manzanas.
-No quiero más cantos, ni bailes –sentenció-. Y, Viry, guarda esa estatuilla en un sitio donde no puedan romperla -concluyó antes de cerrar la enorme puerta de su oficina.
La atmósfera volvió a la normalidad y ambas jóvenes dejaron salir un suspiro lleno de alivio.
Iris se volvió hacia su amiga y frunció el ceño.
-¡Es tu culpa!
-¿Mi culpa? –protestó Viry. –Yo no fui la que se subió a la escalera y armó un alboroto –comentó con tranquilidad.
Iris dejó escapar un gruñido y tomo la estatuilla de entre las manos de Viry, dejándola en la mesita donde a había encontrado.
-Será mejor que terminamos aquí de una vez –comentó, tomando de nuevo el plumero.
-Sabes que no acabaremos nunca. Deja que sea yo la que sacuda esta vez –pidió Viry y, muy a su pesar, Iris se lo permitió.
-De acuerdo, pero ten cuidado con lo que tocas –le advirtió Iris mientras cruzaban miradas.
-Soy perfectamente capaz de sacudir sin…
La estatuilla que estaba en la mesa cayó, haciéndose añicos. La habitación se tornó oscura y la atmosfera se volvió pesada y fría. Ambas chicas vieron como una sombra alta salía de la estatuilla y desaparecía contra uno de los muros, dejando atrás un abismo de silencio e incertidumbre.
-Bueno… -carraspeó Viry. Intentaba mantener una sonrisa ante la envenenada mirada de su amiga- Eso en realidad no puede ser tan malo…
-¿Tú crees? –dijo Iris con sarcasmo.
¿Qué habían liberado?
Continuará...
Viry: Uff extrañaba realmente estas sesiones y lo divertido que es hacerlas a pesar de que Keir es poco comunicativo y un negrero xDD (shhh no le digan). Y bueno ojalá nuestras locuras les saquen al menos una sonrisa, porque Iris y yo lo disfrutamos mucho. ¿Qué opinan, les gusta esta sección?
¿Quieren saber que pasará en el siguiente capítulo? Comenten ^^
Iris: Como ha dicho Viry, hacer estas pequeñas historias es muy divertido. Espero que las disfruten tanto como nosotras y que se queden intrigados con ellas, y con ganas por conocer más sobre la biblioteca ;) Cuéntenos qué les pareció la historia de hoy :D ¡Saludos!